no se implica y tú, pues, lo notas. Te afecta. Digamos que su actitud te amarga un poco el momento. Así que, la próxima vez que busques un restaurante, te lo pensarás dos veces antes de entrar en esta pizzería, por muy buena que sea la comida. Se entiende a dónde quiero llegar, ¿verdad? El dueño de esta pizzería tiene un problema: el ‘engagement’ de sus empleados, y de este camarero en particular a quien no le importa su trabajo. No está comprometido con la organización a la que pertenece y, consecuentemente, no está dispuesto a gastar su energía en pequeñas atenciones extras. Le pagan para servir platos, pues sirve platos. Nada más. Lo que estoy describiendo aquí es habitual, pero no por esto menos peligroso. Ya hemos hablado de la importancia de poner el cliente en el centro de todo, de garantizar su satisfacción e intentar sobrepasar sus expectativas, de generar experiencias altamente positivas y memorables… ¿Cómo vas a conseguir todo esto si a tus empleados no les importa? Es un círculo, que puede ser vicioso o virtuoso. Los empleados comprometidos se distinguen de la manera siguiente:
- Actitud positiva: son dinámicos y tienen mucha energía a la hora de ponerse a trabajar, son sonrientes y se implican en la vida de la empresa, son generosos y bien integrados.
- Comportamiento constructivo: son resolutivos, toman iniciativas, tienen ideas y las comparten, etc.
- Resultados excelentes: más allá de los resultados puramente comerciales, hacen propuestas pertinentes, encuentran soluciones, mejoran los procesos, etc.
