Cuidar de la gente y tratarla de la mejor manera posible es imprescindible. Aceptar el error también. De esto no hay duda. Pero una cosa es respetar o tener empatía, y otra es despreocuparse y dejar pasar lo que sea… Evitar plantear problemas y esperar a que las cosas se arreglen solas es nefasto. Lo más probable es que la situación empeore, sencillamente. Pasa lo mismo con la educación, en mi opinión. Demostrar amor incondicional y poner límites es posible. Indispensable diría yo, pero esto es otro tema… 😉
Entonces, ¿cuál es la mejor forma de confrontar a alguien?
Según el autor, coach y conferencista John C. Maxwell, existen unas pautas que podemos seguir y que, aunque no sean fáciles ni milagrosas, nos pueden ayudar a conseguir un resultado óptimo. Antes de nada, el experto nos recomienda ponernos en la piel de nuestro interlocutor porque, tal como lo comenté en otro post, no todos entendemos y valoramos las diferentes demostraciones que recibimos de la misma forma. Luego, nos anima a reconsiderar la naturaleza de la conversación que estamos a punto de tener. Mejor que confrontación, las palabras “clarificación” o “aclaración” permiten ver el encuentro desde una perspectiva positiva. No se trata de minimizar la importancia del tema a abordar, sino de elegir las palabras más favorables a la resolución de nuestro problema. Para terminar, nos expone las diez reglas que son, según él, inevitables a la hora de confrontar a algún colaborador:- Llevar el encuentro en privado.
- Hacerlo lo antes posible.
- Limitarse al tema problemático.
- Decir las cosas una vez. No repetirse ni machacar.
- Focalizarse en lo que se puede cambiar.
- Evitar el sarcasmo (especialmente por escrito).
- Evitar las palabras como “siempre” y “nunca” porque pocas veces son acertadas.
- Hacer preguntas y ofrecer sugerencias.
- No disculparse por el encuentro.
- Destacar las aportaciones positivas de la persona.